viernes, 29 de noviembre de 2013

Centros Comunitarios de Conservación de Semilla Criollas


A mediados de la década de los años 50, se marca un gran cambio en la cobertura y uso del suelo en municipio de Champerico, Costa Sur de Guatemala, ya que en esos años se inicia el cultivo extensivo del algodón, provocando que fincas de grandes extensiones de terreno, talaran y arrasaran el bosque; para proveer las condiciones necesarias para la siembra de dicho cultivo, hasta que en los años 80 la caída de su precio, convirtiese esas grandes fincas a la ganadería extensiva.

Por otro lado, la Costa Sur es una zona de alta incidencia de semillas híbridas, esta zona se ha caracterizado por ser un paraíso para las semillas hibridas de maíz, donde está entre el campesinado más que generalizado su usa. Tal es el caso que solo en Champerico existen más de 10 híbridos (Cristiani Burkard, D`kalb, Pioner, La Abundancia, Valle Verde, ICTA,...). Esto ha sido provocado por un interesado asistencialismo proporcionado por diferentes entes y organizaciones privadas y estatales, consistente en dotar a las poblaciones recién asentadas en la Costa de semillas híbridas (no se pueden reproducir y hay que comprarlas todos los años) y del paquete tecnológico asociado a ellas, buscando crear dependientes clientes del agronegocio más que proporcionar recursos que pudiesen reducir la pobreza en la zona.
Presidenta del Comité de Administación ante el Centro Comunitario de Conservación de Semillas de Montecristo.
A raíz de todas estas problemáticas que afectan a la Costa Sur, las comunidades agrarias se organizan para romper los monopolios y comenzar la recuperación de las semillas nativas y criollas de la región. Es de esta manera que nace la idea de implementación del primer banco comunitario de semillas nativas y criollas, el cual ve la luz en el año de 2007, gracias a los intercambios de experiencias exitosas en la producción de parcelas integrales de cuatro comunidades las cuales son: Nueva Gomera, Santa Inés, San Juan el Húmedo, y Montecristo 

Este banco se implementa en el año 2008 con apoyo de CEIBA, en la comunidad Montecristo, debido a que esta era la comunidad más céntrica de las comunidades mencionadas. Después, entre 2009 y 2012, a través de diferentes proyectos de CEIBA con el apoyo de diferentes organizaciones, se han implementado los restantes seis Centros Comunitarios de Conservación de Semillas Criollas, en Comunidades del Municipio de Champerico, Costa Sur de Guatemala: Santa Inés, Montecristo, La Verde, María del Mar II, Chuchuapán, Nueva Cajolá y La Gomera. Para ello, se construyeron las diferentes bodegas, se entregó material y semillas y se realizaron las diferentes capacitaciones que continuaron hasta este año 2013, en el que se realizaron también labores de seguimiento y evaluación de los bancos.

Capacitación de selección masal, para la selección de semillas de maíz en condiciones óptimas para la siguiente progenie.
Las comunidades, con la implementación de los bancos de semillas, pueden disponer de semillas de diferentes variedades criollas de alimentos de uso común que pueden sembrar en su : maíz, frijol, ajonjolí, soya, hierba mora, bledo, chipilín, cilantro, apazote, ayote, papaya, cebolla, tomate, rosa jamaica, nabo, pepitoria,... El funcionamiento de los Bancos es sencillo, la persona acude y recoge la cantidad que necesite de semilla con el compromiso de devolver el doble de semilla tras la cosecha, y de velar por el cumplimento del reglamento y de llevar la administración y gestión del banco se encuentra un comité conformado por promotores agrícolas y líderes promovidos por la comunidad, en los que la mujer tiene una representación de más del 70 %.


De esta forma, los campesinos inician el caminar para ir rompiendo la privatización y avanzar hacia el rescate de gran diversidad de semillas criollas y nativas, preservadas y conservadas de generación en generación, que representan el elemento fundamental para el garante de la vida y de la soberanía alimentaria de los pueblos; y que en la zona existieron, pero que se han limitado por las amenazas de la globalización que han generalizado los monocultivos, durante el siglo XX, de banano, algodón, y actualmente caña de azúcar y palma africana,  Pues ante las patentes y privatizaciones que presentan las semillas de variedades comerciales, híbridas y transgénicas, las semillas criollas y nativas son fruto de una selección secular y cuentan con evidentes ventajas en relación a los híbridos y variedades comerciales: gran adaptabilidad a las condiciones de cada región; características organolépticas peculiares; potencial de reserva genética; atributos de resistencia ante plagas y enfermedades; garantes de la independencia del campesinado; además de constituir un patrimonio cultural irreemplazable. 

Así, se ha conseguido establecer una gran resistencia a la mediatización publicitaria de las empresas de agroquímicos y de la producción de semillas mejoradas, que suponen un aspecto negativo para impulsar de mejor forma, los sistemas de manejo que ayuden al fomento de la biodiversidad. Cada vez en las comunidades se observan más y más tiendas de las principales multinacionales dedicadas al agronegocio (Syngenta, Monsanto, Dupont, Bayer, Dow…), vendiendo diferentes insumos agrícolas y ofreciendo asesoramiento técnico, calando su mensaje, sobre todo, en los jóvenes, engañados por esos halos de progreso con los que venden los paquetes tecnológicos, que esconden un negocio lucrativo para esas multinacionales y una terrible herida para el medio y para la independencia del campesinado. Esto lo ejemplifica bien Pedro Pérez, campesino de la Comunidad de Montecristo, que comenta como cuando llegaron las capacitaciones de CEIBA rechazaba la semilla criolla, le habían engañado, y consideraba que eso suponía regresar al pasado.
Diferentes empresas del agronegocio expandiendo tiendas por las comunidades.
En este contexto, a la semilla criolla le cuesta abrirse paso de nuevo, pero poco a poco la experiencia de los primeros campesinos que la recuperaron a través de los centros está convenciendo a más población. Esto queda reflejado en la siguiente tabla, que muestra como en las comunidades donde están instalados los centros de conservación monitoreados, desde su constitución, un 16 % de las familias que habitan estas aldeas son las que apuestan de nuevo por el cultivo de maíz criollo.
 
Nº de familias y superficie cultivada de maíz criollo en las comunidades donde se localizan los bancos. (1 manzana = 7000 m2)
COMUNIDAD
CULTIVO MAÍZ CRIOLLO
Nº FAMILIAS TOTALES EN LA COMUNIDAD
FAMILIAS USO MAÍZ CRIOLLO (%)
Nº FAMILIAS
SUPERFICIE (MANZANAS)
Montecristo
50
90
358
14
Santa Inés
3
12
21
14
La Verde
12
30
98
12
María del Mar II
14
56
24
58
TOTAL
79
188
501
16

Otro los aspectos importantes que subyace, es el fortalecimiento de lazos de fraternidad y solidaridad entre campesinos y campesinas, ya que se promueve el conocimiento ancestral, el intercambio de productos y semillas que las antiguas comunidades mayas practicaban y que poco a poco se ha ido recuperando a través de la promoción de los centros comunitarios de conservación de semillas nativas y criollas. Así, María Felipe, de la Comunidad de Montecristo, comenta: “Lo mejor: la semilla criolla. Se lo digo a los patojos. Si hay veces que no la podemos guardar, ahí está, en el banco o con los compañeros.”
Reunión de evaluación en el Centro de Conservación de Semillas de Comunidad La Verde
En resumen, los centros comunitarios de conservación de semillas nativas y criollas, suponen una alternativa para las comunidades de la Costa Sur en la diversificación, conservación de materiales genéticos nativos y criollos de la región, que de otra manera se continuarían erosionando, y en el rescate de semillas con altos potenciales nutritivos. El trabajo de conservación de semillas y la sustitución del paquete tecnológico que las empresas de agroquímicos y semilleristas han introducido desde la Revolución Verde de manera paulatina (insumos agrícolas externos, convencionales y químicos) por recursos locales (sustentables y más baratos) permite a los campesinos de las comunidades alcanzar los objetivos de soberanos en cuanto a la producción de alimentos, ya que con estos se reduce la dependencia de semillas hibridas, y gracias a la reducción de esta independencia se logra frenar la capitalización de las empresas transnacionales que día con día lucran su capital con la pobreza de la población.
Mensaje presente en una tela con bordados típicos en el Centro de Conservación de Semillas de la Comunidad de Montecristo.

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