A mediados de la década de los años 50, se marca un gran cambio en la
cobertura y uso del suelo en municipio de Champerico, Costa Sur de Guatemala, ya que en esos años se
inicia el cultivo extensivo del algodón, provocando que fincas de grandes
extensiones de terreno, talaran y arrasaran el bosque; para proveer las
condiciones necesarias para la siembra de dicho cultivo, hasta que en los años 80 la caída de su precio, convirtiese esas grandes fincas a la ganadería extensiva.
Por otro lado, la Costa Sur es una zona de alta incidencia de semillas
híbridas, esta zona se ha caracterizado por ser un paraíso para las semillas
hibridas de maíz, donde está entre el campesinado más que generalizado su usa. Tal es el caso que solo en Champerico existen más de 10
híbridos (Cristiani Burkard, D`kalb, Pioner, La Abundancia, Valle Verde, ICTA,...). Esto ha sido provocado por un interesado asistencialismo proporcionado por diferentes entes y organizaciones privadas y estatales, consistente en dotar a las poblaciones recién asentadas en la Costa de semillas híbridas (no se pueden reproducir y hay que comprarlas todos los años) y del paquete tecnológico asociado a ellas, buscando crear dependientes clientes del agronegocio más que proporcionar recursos que pudiesen reducir la pobreza en la zona.
Presidenta del Comité de Administación ante el Centro Comunitario de Conservación de Semillas de Montecristo. |
A raíz de todas estas problemáticas que afectan a la Costa Sur, las comunidades
agrarias se organizan para romper los monopolios y comenzar la recuperación de las
semillas nativas y criollas de la región. Es de esta manera que nace la idea de
implementación del primer banco comunitario de semillas nativas y criollas, el
cual ve la luz en el año de 2007, gracias a los intercambios de experiencias
exitosas en la producción de parcelas integrales de cuatro comunidades las
cuales son: Nueva Gomera, Santa Inés, San Juan el Húmedo, y Montecristo
Este banco se implementa en el año 2008 con apoyo de CEIBA, en la
comunidad Montecristo, debido a que esta era la comunidad más céntrica de las
comunidades mencionadas. Después, entre 2009 y 2012, a través de diferentes proyectos de CEIBA
con el apoyo de diferentes organizaciones, se han implementado los restantes
seis Centros Comunitarios de Conservación de Semillas Criollas, en Comunidades
del Municipio de Champerico, Costa Sur de Guatemala: Santa Inés, Montecristo,
La Verde, María del Mar II, Chuchuapán, Nueva Cajolá y La Gomera. Para ello, se
construyeron las diferentes bodegas, se entregó material y semillas y se
realizaron las diferentes capacitaciones que continuaron hasta este año 2013, en el
que se realizaron también labores de seguimiento y evaluación de los bancos.
Capacitación de selección masal, para la selección de semillas de maíz en condiciones óptimas para la siguiente progenie. |
Las comunidades, con la implementación de los bancos de semillas, pueden disponer de semillas de diferentes variedades criollas de alimentos de uso común que pueden sembrar en su : maíz, frijol, ajonjolí, soya, hierba mora, bledo, chipilín, cilantro, apazote, ayote, papaya, cebolla, tomate, rosa jamaica, nabo, pepitoria,... El funcionamiento de los Bancos es sencillo, la persona acude y recoge la cantidad que necesite de semilla con el compromiso de devolver el doble de semilla tras la cosecha, y de velar por el cumplimento del reglamento y de llevar la administración y gestión del banco se encuentra un comité conformado por promotores agrícolas y líderes promovidos por la comunidad, en los que la mujer tiene una representación de más del 70 %.
De esta forma, los campesinos inician el caminar para ir rompiendo la privatización y avanzar hacia el rescate de gran diversidad de semillas criollas y nativas, preservadas y conservadas de generación en generación, que representan el elemento fundamental para el garante de la vida y de la soberanía alimentaria de los pueblos; y que en la zona existieron, pero que se han limitado por las amenazas de la globalización que han generalizado los monocultivos, durante el siglo XX, de banano, algodón, y actualmente caña de azúcar y palma africana, Pues ante las patentes y privatizaciones que presentan las semillas de variedades comerciales, híbridas y transgénicas, las semillas criollas y nativas son fruto de una selección secular y cuentan con evidentes ventajas en relación a los híbridos y variedades comerciales: gran adaptabilidad a las condiciones de cada región; características organolépticas peculiares; potencial de reserva genética; atributos de resistencia ante plagas y enfermedades; garantes de la independencia del campesinado; además de constituir un patrimonio cultural irreemplazable.
De esta forma, los campesinos inician el caminar para ir rompiendo la privatización y avanzar hacia el rescate de gran diversidad de semillas criollas y nativas, preservadas y conservadas de generación en generación, que representan el elemento fundamental para el garante de la vida y de la soberanía alimentaria de los pueblos; y que en la zona existieron, pero que se han limitado por las amenazas de la globalización que han generalizado los monocultivos, durante el siglo XX, de banano, algodón, y actualmente caña de azúcar y palma africana, Pues ante las patentes y privatizaciones que presentan las semillas de variedades comerciales, híbridas y transgénicas, las semillas criollas y nativas son fruto de una selección secular y cuentan con evidentes ventajas en relación a los híbridos y variedades comerciales: gran adaptabilidad a las condiciones de cada región; características organolépticas peculiares; potencial de reserva genética; atributos de resistencia ante plagas y enfermedades; garantes de la independencia del campesinado; además de constituir un patrimonio cultural irreemplazable.
Así, se ha conseguido establecer una gran resistencia a la mediatización publicitaria de las empresas de agroquímicos y de la
producción de semillas mejoradas, que suponen un aspecto negativo para impulsar de mejor
forma, los sistemas de manejo que ayuden al fomento de la biodiversidad. Cada
vez en las comunidades se observan más y más tiendas de las principales
multinacionales dedicadas al agronegocio (Syngenta, Monsanto, Dupont, Bayer, Dow…), vendiendo
diferentes insumos agrícolas y ofreciendo asesoramiento técnico, calando su
mensaje, sobre todo, en los jóvenes, engañados por esos halos de progreso con
los que venden los paquetes tecnológicos, que esconden un negocio lucrativo para esas multinacionales y una terrible herida para el medio y para la independencia del
campesinado. Esto lo ejemplifica bien Pedro Pérez, campesino de la Comunidad
de Montecristo, que comenta como cuando llegaron las capacitaciones de CEIBA
rechazaba la semilla criolla, le habían engañado, y consideraba que eso suponía
regresar al pasado.
Diferentes empresas del agronegocio expandiendo tiendas por las comunidades. |
En este contexto, a la semilla criolla le cuesta abrirse paso de
nuevo, pero poco a poco la experiencia de los primeros campesinos que la
recuperaron a través de los centros está convenciendo a más población. Esto
queda reflejado en la siguiente tabla, que muestra como en las comunidades
donde están instalados los centros de conservación monitoreados, desde su
constitución, un 16 % de las familias que habitan estas aldeas son las que
apuestan de nuevo por el cultivo de maíz criollo.
Nº de familias y superficie cultivada de
maíz criollo en las comunidades donde se localizan los bancos. (1 manzana = 7000 m2)
COMUNIDAD
|
CULTIVO
MAÍZ CRIOLLO
|
Nº
FAMILIAS TOTALES EN LA COMUNIDAD
|
FAMILIAS
USO MAÍZ CRIOLLO (%)
|
|
Nº
FAMILIAS
|
SUPERFICIE
(MANZANAS)
|
|||
Montecristo
|
50
|
90
|
358
|
14
|
Santa
Inés
|
3
|
12
|
21
|
14
|
La
Verde
|
12
|
30
|
98
|
12
|
María
del Mar II
|
14
|
56
|
24
|
58
|
TOTAL
|
79
|
188
|
501
|
16
|
Otro los aspectos importantes que subyace, es el fortalecimiento de
lazos de fraternidad y solidaridad entre campesinos y campesinas, ya que se
promueve el conocimiento ancestral, el intercambio de productos y semillas que
las antiguas comunidades mayas practicaban y que poco a poco se ha ido recuperando
a través de la promoción de los centros comunitarios de conservación de
semillas nativas y criollas. Así, María Felipe, de la Comunidad de Montecristo,
comenta: “Lo mejor: la semilla criolla. Se lo digo a los patojos. Si hay
veces que no la podemos guardar, ahí está, en el banco o con los compañeros.”
Reunión de evaluación en el Centro de Conservación de Semillas de Comunidad La Verde |
En resumen, los centros comunitarios de conservación de semillas nativas y
criollas, suponen una alternativa para las comunidades de la Costa Sur en la
diversificación, conservación de materiales genéticos nativos y criollos de la
región, que de otra manera se continuarían erosionando, y en el rescate de
semillas con altos potenciales nutritivos. El trabajo de conservación de
semillas y la sustitución del paquete tecnológico que las empresas de
agroquímicos y semilleristas han introducido desde la Revolución Verde de manera
paulatina (insumos agrícolas externos, convencionales y químicos) por recursos
locales (sustentables y más baratos) permite a los campesinos de las
comunidades alcanzar los objetivos de soberanos en cuanto a la producción de
alimentos, ya que con estos se reduce la dependencia de semillas hibridas, y
gracias a la reducción de esta independencia se logra frenar la capitalización
de las empresas transnacionales que día con día lucran su capital con la
pobreza de la población.
Mensaje presente en una tela con bordados típicos en el Centro de Conservación de Semillas de la Comunidad de Montecristo. |
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