lunes, 4 de noviembre de 2013

Conclusiones de las labores de seguimiento y apoyo en el manejo integral de parcelas



La mayoría de las comunidades de la Costa del Pacífico, Municipios de Champerico y Retalhuleu,  provienen de reasentamientos de poblaciones indígenas y campesinas originarias de las zonas de Sololá, Quiché, Retalhuleu, Quetzaltenango, Huehuetenango y Chimaltenango. Algunas, como El Triunfo, pertenecientes a la Comunidad Popular de Resistencia - CPR “La Sierra”, reasentadas a través del Acuerdo para el reasentamiento de las poblaciones desarraigadas por el enfrentamiento armado, el tercero de los doce Acuerdos de Paz (1996), suscritos entre el Gobierno de la República de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca para alcanzar soluciones a las principales problemáticas que generaron el Conflicto Armado Interno. Otras, eran poblaciones sin tierra a las que el gobierno, siguiendo los Acuerdos de Paz, las dio una parte del dinero para comprar las tierras; pero lo que empezó siendo un donativo se tornó en deuda. Para el inicio debían devolver el dinero al gobierno, pero este transfirió la deuda al Fondo de Tierras, y este la vendió a los bancos. A día de hoy muchas de estas familias continúan endeudadas.

La zona en la que se asentaron eran grandes fincas, que utilizaban mano de obra campesina explotada con salarios por debajo del mínimo y trabajo en condiciones infrahumanas. Así, eran poblaciones desarraigadas al nuevo territorio en el que les tocaba vivir, en una tierra quemada y desarbolada tras su previo paso por monocultivos en intensivo, principalmente de algodón, y con un uso excesivo de agroquímicos. La mayoría partían sin conocimientos de las producciones locales y de su manejo, o mismamente de cuestiones agropecuarias. Además, a esto hay que sumarle que la zona es terriblemente vulnerable a fenómenos naturales.

Oficina de Ceiba en la comunidad San Miguel Las Pilas
En este contexto, CEIBA, en conjunto con otras organizaciones, comenzó a trabajar desde 1995 en las comunidades asentadas en la Costa Sur, a través de diferentes proyectos financiados con fondos de la Comunidad Internacional y de diferentes países, entre ellos España. Con ellos, a medida que la globalización económica guiada por las grandes corporaciones multinacionales y las políticas desmedidas de libre comercio devastan las comunidades rurales a nivel nacional (y mundial), se ha buscado alcanzar metas de desarrollo sostenible en la consecución de la soberanía alimentaria, como única solución duradera para eliminar el hambre y reducir la pobreza, a través del desarrollo económico local. La forma de garantizar la definición de soberanía alimentaria, en el área de intervención, es a través de la implementación de iniciativas productivas comunitarias, que garanticen el autoabastecimiento alimentario, y donde sean las mismas familias beneficiarias las que produzcan de una manera combinada con el conocimiento tradicional y con las nuevas prácticas basadas en la agroecología, maximizando la eficiencia en el aprovechamiento de los recursos existentes (locales).
Hasta la fecha, el último de los proyectos con los que se trabajó en la zona en esta línea, fue a través del "Programa de Desarrollo Integral Oxlajuj Tz’ikin", de la Cooperación Gallega y desarrollado entre el 2008 y 2011. Este no sólo integró como líneas de actuación la productividad básica, también a mayores: agua y saneamiento, mejora y construcción de viviendas, acceso a la salud y a la educación, y fortalecimiento comunitario e institucional.
Huerto con chipilín y hierba mora
Con todo, las parcelas, localizadas en los patios de las casas de los beneficiarios, se han conseguido establecer bajo un manejo productivo integral, teniendo como principios generales el uso mínimo de insumos externos, el aprovechamiento de recursos  locales  y la integración de la producción pecuaria familiar mejorada con respecto a las técnicas convencionales. Para ello se dotaron a las parcelas de tres componentes interrelacionados:
  1. Huertas de plantas comestibles que pudiesen cubrir las necesidades familiares, proporcionando variedades de semillas y plantas de hortalizas como hierba mora, bledo, chipilín, tomate, rábano, ayote, cebolla, chile, diferentes variedades de frijoles, etc. Una parte de este espacio cercado con malla, se destinó para plantas medicinales, también proporcionadas.
  2. Especies forestales, para uso como leña y en construcción, y de frutales: naranja, papaya, mango, limón, nance, coco, plátano, etc. 
  3. Especies pecuarias: aves de corral (gallinas, chompipes y patos), coches (cerdos), pelibueyes y conejos.
Papaya en producción
Además, se dieron capacitaciones de los manejos a los grupos de familias y en cada comunidad se establecieron promotores/as agropecuarios voluntarios/as, cuyo compromiso sea el de seguir transfiriendo el conocimiento adquirido en su comunidad.

Como continuación a todo este trabajo, durante el mes de octubre se ha realizado el seguimiento y apoyo técnico de 50 parcelas parcelas integrales de diferentes beneficiarios de las comunidades de Santa Inés, Las Victorias, Nueva Cajolá, La Verde, Cuchuapan, La Gomera y Atzlán. En las visitas se ha dado seguimiento sobre todo a lo siguiente: recuento del número de variedades de hortícolas y medicinales que han conservado y revisión de su manejo; observación del estado de los frutales; realización de podas y control biológico de plagas; uso de abonos y pesticidas orgánicos; y uso de semillas criollas.

En las visitas se ha observado que existe un gran número de hortícolas que las familias siguen cultivando, consiguiéndose el objetivo de generar autoconsumo y de ampliar y diversificar la producción familiar, a diferencia de antes que sólo cultivaban maíz, fríjol y ajonjolí (sésamo), para la venta. En este sentido, una de las beneficiarias de la Comunidad La Verde comentaba como ya no pasan por la comunidad vendedores vendiendo chipilín, hierba mora o bledo, porque prácticamente todas las familias los cultivaban. Las capacitaciones han tenido buen resultado también en el caso del cultivo y usos de las plantas medicinales.
Visita parcela integral en la comunidad Cuchuapan
En cambio, el manejo en el caso de los frutales en numerosas ocasiones se observó cómo no ha sido el más
Demostración de poda de mango
adecuado. Esta labor ha sido en la que más ha habido que incidir, se han observado que la mayoría de los árboles no se han podado y no se hace un control ni preventivo ni curativo de plagas. Bien es cierto que esta tareas son de las más difíciles de asimilar, por lo que se aprovecharon las visitas para capacitar y demostrar cómo se debían realizar las podas e injertos, además de recordar foliares e insecticidas que podían fabricar con recursos locales. En otros casos, poco o nada se puede hacer ante los numerosos y visibles daños en los cultivos y árboles locales, que provocan las fumigaciones desde avioneta de agroquímicos vertidos en las aledañas plantaciones de caña de azúcar, siendo especialmente dañino el madurativo usado. 
Observación de daños del madurativo de la caña en plátano

De las 50 parcelas integrales visitadas, en 37 ocasiones fueron las  mujeres quienes recibieron la visita, demostrando cómo son ellas, en su mayoría, las encargadas del mantenimiento productivo de las parcelas, lo que demuestra el papel de las mujeres en la generación de gran parte de la producción para la alimentación familiar, además de atender el resto de labores cotidianas familiares en un contexto de clara desigualdad de género. En este sentido uno se acuerda de sus abuelas en España y de cómo en un parejo ámbito rural tuvieron que lidiar, durante la segunda mitad de siglo, con las tareas familiares y un duro trabajo en el campo nunca reconocido. Así, se llega al convencimiento de que las mujeres alimentan al mundo, lo hicieron hasta hace nada en Europa y lo continúan alimentando en gran parte del mundo, como en Latinoamérica. Y, por cierto, Las mujeres alimentan al mundo se llama un recomendado libro publicado por Entrepueblos.(Pinchando en el enlace se puede descargar).
Beneficiaria de la comunidad La Verde
Beneficiaria de la comunidad de La Gomera en su parcela integral
Por último, entre las conclusiones, conviene destacar el grado de conciencia y organización con el que se cuenta en las comunidades, tienen gran capacidad para dialogar en público y analizar las causas estructurales de sus limitaciones en el acceso a los diferentes servicios básicos, avanzando en la dirección de un empoderamiento que limite las problemáticas; para lo que es importante empezar el camino por la reducción de la dependencia a las grandes multinacionales de alimentación y de sus paquetes tecnológicos.

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