La mayoría de las comunidades de la
Costa del Pacífico, Municipios de Champerico y Retalhuleu, provienen de reasentamientos de poblaciones
indígenas y campesinas originarias de las zonas de Sololá, Quiché, Retalhuleu,
Quetzaltenango, Huehuetenango y Chimaltenango. Algunas, como El Triunfo, pertenecientes a la Comunidad Popular de
Resistencia - CPR “La Sierra”, reasentadas a través del Acuerdo para
el reasentamiento de las poblaciones desarraigadas por el enfrentamiento armado,
el tercero de los doce Acuerdos de Paz (1996), suscritos entre el Gobierno de la República de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca para alcanzar
soluciones a las principales problemáticas que generaron el Conflicto Armado
Interno. Otras, eran poblaciones sin tierra a las que el gobierno, siguiendo los Acuerdos de Paz, las dio una parte del dinero para comprar las tierras; pero lo que empezó siendo un donativo se tornó en deuda. Para el inicio debían devolver el dinero al gobierno, pero este transfirió la deuda al Fondo de Tierras, y este la vendió a los bancos. A día de hoy muchas de estas familias continúan endeudadas.
La zona en la que se asentaron eran grandes fincas, que utilizaban mano de
obra campesina explotada con salarios por debajo del mínimo y trabajo en
condiciones infrahumanas. Así, eran poblaciones desarraigadas al nuevo
territorio en el que les tocaba vivir, en una tierra quemada y desarbolada tras
su previo paso por monocultivos en intensivo, principalmente de algodón, y con un uso
excesivo de agroquímicos. La mayoría partían sin conocimientos de las
producciones locales y de su manejo, o mismamente de cuestiones agropecuarias.
Además, a esto hay que sumarle que la zona es terriblemente vulnerable a fenómenos naturales.
Oficina de Ceiba en la comunidad San Miguel Las Pilas |
Hasta la fecha, el último de los proyectos con los
que se trabajó en la zona en esta línea, fue a través del "Programa de Desarrollo Integral Oxlajuj Tz’ikin", de la Cooperación Gallega y desarrollado
entre el 2008 y 2011. Este no sólo integró como líneas de actuación la
productividad básica, también a mayores: agua y saneamiento, mejora y
construcción de viviendas, acceso a la salud y a la educación, y
fortalecimiento comunitario e institucional.
Huerto con chipilín y hierba mora |
Con todo, las parcelas, localizadas en los patios de las casas de los beneficiarios, se han conseguido establecer bajo un manejo
productivo integral, teniendo como principios generales el uso mínimo de
insumos externos, el aprovechamiento de recursos locales
y la integración de la producción pecuaria familiar mejorada con
respecto a las técnicas convencionales. Para ello se dotaron a las parcelas de tres componentes interrelacionados:
- Huertas de plantas comestibles que pudiesen cubrir las necesidades familiares, proporcionando variedades de semillas y plantas de hortalizas como hierba mora, bledo, chipilín, tomate, rábano, ayote, cebolla, chile, diferentes variedades de frijoles, etc. Una parte de este espacio cercado con malla, se destinó para plantas medicinales, también proporcionadas.
- Especies forestales, para uso como leña y en construcción, y de frutales: naranja, papaya, mango, limón, nance, coco, plátano, etc.
- Especies pecuarias: aves de corral (gallinas, chompipes y patos), coches (cerdos), pelibueyes y conejos.
Papaya en producción |
Además, se dieron capacitaciones de los manejos a los grupos de familias y
en cada comunidad se establecieron promotores/as agropecuarios voluntarios/as,
cuyo compromiso sea el de seguir transfiriendo el conocimiento adquirido en su
comunidad.
Como continuación a todo este trabajo, durante el mes de octubre se
ha realizado el seguimiento y apoyo técnico de 50 parcelas parcelas integrales de diferentes
beneficiarios de las comunidades de Santa Inés, Las Victorias, Nueva Cajolá, La
Verde, Cuchuapan, La Gomera y Atzlán. En las visitas se ha dado seguimiento sobre todo a lo
siguiente: recuento del número de variedades de hortícolas y medicinales que
han conservado y revisión de su manejo; observación del estado de los frutales; realización de podas y control biológico de plagas; uso de abonos y
pesticidas orgánicos; y uso de semillas criollas.
En las visitas se ha observado
que existe un gran número de hortícolas que las familias siguen cultivando, consiguiéndose
el objetivo de generar autoconsumo y de ampliar y diversificar la producción
familiar, a diferencia de antes que sólo cultivaban maíz, fríjol y ajonjolí (sésamo), para la venta. En este sentido, una de las beneficiarias de la
Comunidad La Verde comentaba como ya no pasan por la comunidad vendedores
vendiendo chipilín, hierba mora o bledo, porque prácticamente todas las
familias los cultivaban. Las capacitaciones han tenido buen resultado también en
el caso del cultivo y usos de las plantas medicinales.
Visita parcela integral en la comunidad Cuchuapan |
En cambio, el manejo en el caso
de los frutales en numerosas ocasiones se observó cómo no ha sido el más
adecuado. Esta labor ha sido en la que más ha habido que incidir, se han
observado que la mayoría de los árboles no se han podado y no se hace un
control ni preventivo ni curativo de plagas. Bien es cierto que esta tareas son
de las más difíciles de asimilar, por lo que se aprovecharon las visitas para
capacitar y demostrar cómo se debían realizar las podas e injertos, además de
recordar foliares e insecticidas que podían fabricar con recursos locales. En
otros casos, poco o nada se puede hacer ante los numerosos y visibles daños en
los cultivos y árboles locales, que provocan las fumigaciones desde avioneta de
agroquímicos vertidos en las aledañas plantaciones de caña de azúcar,
siendo especialmente dañino el madurativo usado.
Demostración de poda de mango |
De las 50 parcelas integrales visitadas, en 37 ocasiones
fueron las mujeres quienes recibieron la
visita, demostrando cómo son ellas, en su mayoría, las encargadas del
mantenimiento productivo de las parcelas, lo que demuestra el papel de las
mujeres en la generación de gran parte de la producción para la alimentación familiar, además de atender el resto de labores cotidianas familiares en un contexto de clara desigualdad de género. En este sentido uno se acuerda de sus abuelas en España y de cómo en un parejo ámbito rural tuvieron que lidiar, durante la segunda mitad de siglo, con las tareas familiares y un duro trabajo en el campo nunca reconocido. Así, se llega al convencimiento de que las mujeres alimentan al mundo, lo hicieron hasta hace nada en Europa y lo continúan alimentando en gran parte del mundo, como en Latinoamérica. Y, por cierto, Las mujeres alimentan al mundo se llama un recomendado libro publicado por Entrepueblos.(Pinchando en el enlace se puede descargar).
Beneficiaria de la comunidad La Verde |
Beneficiaria de la comunidad de La Gomera en su parcela integral |
Por último, entre las conclusiones, conviene destacar el grado de conciencia y
organización con el que se cuenta en las comunidades, tienen gran capacidad
para dialogar en público y analizar las causas estructurales de sus limitaciones en el acceso a los diferentes servicios básicos, avanzando
en la dirección de un empoderamiento que limite las problemáticas; para lo que es importante empezar el camino por la reducción de la dependencia
a las grandes multinacionales de alimentación y de sus paquetes tecnológicos.
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